Conversaciones con mi alma

Conversación con mi Alma

¿Cómo es posible estar en el paraíso y a la vez, sufrir?  Confieso que, en parte, por eso dejé de compartir lo que escribo. Después de varios meses de magia y éxtasis en este lugar maravilloso, en mi plan soñado y con mi hermosa familia, mi energía vital disminuía. Mi padre se enfermó, pasamos semanas creyendo que era un cáncer y vivir desde lejos el sufrimiento de mis viejos, me agobió. Tuve dificultades en el trabajo, temores, conflictos y en la empresa de la familia hubo complicaciones. Todo esto resultó en horas extra de trabajo, a veces hasta la madrugada, e igual, muchas horas de insomnio por la preocupación.

Como quise negar mi angustia y seguir como si nada – ¡no podía sufrir en mi año sabático! – mi cuerpo comenzó a hablar. Llegó el dolor de cabeza y también peleas tontas con mi marido que hacían más difícil la situación. Hoy, miro hacia atrás y siento ternura, compasión. Compasión hacia mí y hacia todos los seres humanos que vinimos a este planeta para aprender.

Gracias a este bajón recordé que el alma es como el cuerpo. No basta con aprender o hacer ejercicio una vez, es un proceso constante, que implica  disciplina y entrega. La vida está llena de obstáculos y dificultades; el reto está en aprender a bailar con ellos y en valorar cada momento, agradecer. Como me dijo una vez una amiga: “el 10% de la vida es lo que nos sucede, el 90% es como reaccionamos”.

Estas semanas de “sufrimiento” me llevaron de nuevo a un camino que llevo explorando hace varios años y en el que estoy convencida hay muchísimas respuestas y soluciones a los dolores que vivimos como sociedad. Creo que para construir un mundo más justo, pacífico e incluyente necesitamos transformaciones personales que nos permitan ser las mejores personas que podemos ser. Si bien es tabú para muchos, todos los seres humanos estamos llenos de miedos, inseguridades, rabias y ansiedades que se manifiestan sobretodo ante obstáculos normales de la vida.  Creo que solo si logramos sanar y superar esto individualmente seremos capaces de construir una sociedad diferente. El mundo necesita personas capaces de escuchar y ponerse en la piel del otro para conectarse de manera auténtica y profunda. Solo así, crearemos puentes entre diversos sectores, actores e iniciativas para llegar al cambio que soñamos. El mayor obstáculo para lograrlo son precisamente esos miedos, rabias e inseguridades.

Hay muchas opciones para explorar esto. Hay quienes escogen trabajar de la mano de guías como maestros, coaches, psicólogos. Yo tuve un coach maravilloso. Organizaciones como Synergos, de la cual soy fellow, promueven diversas herramientas que, a mi personalmente, me han cambiado la vida. Entre muchas, resalto su simple invitación a hablar con el alma, la cual no se comunica con la razón sino con la percepción; su lenguaje es la música, la poesía, el juego, la meditación, la naturaleza, el silencio. Cuando te das la oportunidad de vivir estos lenguajes de forma consciente empiezan a llegar respuestas y mensajes contundentes para tu vida.

Otra herramienta maravillosa que me ha sido muy útil es el diálogo de voces que se explica de forma detallada en el libro “Embracing Ourselves” de Sidra y Hal Stone. Resumiendo de forma muy básica, el diálogo de voces invita a reconocer y abrazar toda la gama de YO´s que tenemos los seres humanos por dentro como: la niña mágica, la aventurera, el soldado regañón, el niño vulnerable, el hacedor o la mamá protectora que, a veces, nos sale hasta con el marido. Identificar estas voces y dialogar con ellas te ayudan a mejorar tu relación contigo mismo y con los demás, y a tener mayor perspectiva para tomar mejores decisiones y enfrentar los retos de la vida diaria. En fin, es imposible explicarlo en detalle, pero si te llega, sugiero este libro y el siguiente de los mismos autores que se llama “Embracing Eachother” que propone un proceso similar, pero entre parejas.

Hay otro camino con el que me siento plenamente identificada: la conexión profunda con la naturaleza, el planeta tierra. Como dice Peggy Dulany la Fundadora de Synergos: “Si le das a la tierra la oportunidad de sostenerte y te das a ti la oportunidad de sentir lo que es estar protegido o abrazado por ella, tendrás la bases para balancear la voces del miedo, la ansiedad y la pequeñez”. Hace un poco más de un año tuve la oportunidad de asistir con ella a un retiro en Guanajuato, México. ¡Una experiencia suprema, de conexión profunda con la voz de mi alma! Después de un trabajo interior intenso de varios días, ayunamos durante 24 horas y estuvimos solos en una montaña en silencio. Tengo cuadernos enteros del trabajo interior que realicé, pero algo en particular me liberó y sanó uno de mis más grandes miedos.

Alejo, mi primo, llevaba ya muchos meses batallando su cáncer. Yo no había sido capaz de llorarlo, sentía que eso implicaba soltarlo, aceptar que se iría, lo que yo no quería. A medida que fui conectando con la voz de mi alma, iba entendiendo con claridad mi necesidad de asumir esto de frente. El dolor de espalda llevaba 5 semanas por primera vez en mi vida y supe, sin necesidad de explicación racional, que ahí estaba aferrado mi apego, mi miedo a perderlo, a despedir para siempre a mi amigo adorado.

Les sonará un poco loco pero este ritual fue tan poderoso que lo comparto por si a alguien le sirve. Medité un buen rato. Caminé, observé con atención plena diversos elementos de la naturaleza. Abrí un hueco en la tierra del tamaño de mi cara con mis dos manos y puse mi cara en él, acostada boca abajo y respiré, descansé, me entregué a la tierra.Después de unos minutos, como por arte de magia, comencé a llorar como no lo hacía desde que era una niña. Lloré, lloré y lloré. Me liberé.

Después de un buen rato al alzar mi cara, observé como una fila de hormigas se detenía en el hueco para beber de mis lágrimas. Sentí una brisa tibia acariciar mi espalda, mi pelo. Sentí a Alejo, lo vi en un águila con pecho rojo que me observaba con compasión y sabiduría. Vi el agua encontrando por donde fluir en un riachuelo a pesar de unas rocas y palos gigantes que obstaculizaban su paso.Vi como todo está conectado. Desapareció el tiempo. No hubo pasado ni futuro, solo presente. Presencia plena. Lo entendí todo, o, mejor dicho, lo sentí todo. Supe que él nunca se iría. Acepté que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos y que estamos conectados como un TODO. Solté sin miedo. Acepté que soy energía que no nace ni muere sino que se transforma. Comprendí la muerte como parte fundamental de la vida.

No quiero probar si esto es cierto o no. No me interesa convencer a nadie. Es mi verdad, mi propia comprensión del universo, que es solo un pequeño ejemplo de lo que sucede cuando te permites sentir de verdad el ser sostenido, protegido y arrullado por la madre tierra. Cuando te conectas a través de ella con el universo, el cielo, el milagro de la vida (algunos lo llaman Dios) te conviertes en tu YO extendido o tu Yo más grande que, volviendo a las palabras de Peggy, es alguien que tiene el corazón abierto y puede sentir gratitud, acceder a más creatividad; alguien conectado con un todo más grande, que conoce muy bien la persona que es y le gusta la persona que es. Al final, esto nos ayuda a sentirnos seguros y conectados en un sentido más amplio y a explorar así nuestro máximo potencial como seres humanos.

No basta con un ritual o un ejercicio de un día. La vida es un largo camino lleno de pruebas y dificultades. Aún en un año sabático donde las fotos del Instagram muestran una vida plena, hay momentos de estrés, tristeza o miedo. El trabajo del alma es un reto constante que exige disciplina. Yo medito a menudo.  Me aseguro de estar en silencio en la naturaleza por lo menos una vez a la semana. Prácticas así me ayudan a vivir más feliz, a balancear mi vida personal y familiar con los retos profesionales, a seguir mi propio norte, mi verdad y a construir relaciones humanas profundas y significativas.

Como emprendedora social, se que el bienestar y el crecimiento personal son necesidades sentidas por la gran mayoría de nosotros que nos obsesionamos por cambiar el mundo, aún a costa de nuestra propia salud y familia. Seguramente no somos los únicos. También los ejecutivos, las madres, los jóvenes, los políticos, los médicos se beneficiarían. Es importante asumir el ejercicio del alma como lo hacemos con el cuerpo. Por algo el cliché: para cambiar el mundo debemos cambiar nosotros primero.

 

 

 

8 comentarios en “Conversaciones con mi alma

  1. Hola, No nos conocemos y mi historia tiene algo de la tuya,por eso te felicito porque en tus palabras se escucha y se siente el sonido de la tierra, el viento ,el agua que corre,el dolor de tu alma,tu recorrido y crecimiento, tu profundo deseo por ver que el mundo se sacuda y finalmente cambie. Personas como tu, con su coraje y amor por la vida, necesitan un aplauso, por servirnos de ejemplo y ayuda para continuar creciendo y nunca, nunca desfallecer!
    Gracias.
    Luz Mercedes Arango Cadavid

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  2. Cristina

    Cata hermosa, te extraño. Que profunda y sencilla la reflexión que has compartido. Hay que sentir, lo bello, lo feo, lo triste, pero nunca dejar de confiar en nuestra propia capacidad de crecer y evolucionar, cada día. Cristi

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  3. Anna Patricia

    Mil gracias Catalina, por compartir tu experiencia de vida.
    «La relación con Dios, es un camino profundamente personal» Benedicto XVI. Deus caritas est., en español, Dios es amor. Cultivarla, y secundar su acción divina en nosotros es nuestra decisión. Dios es pura relación. Yo soy relación.
    La relación está dada, yo elijo, el modo de relacionarme; conmigo misma, con el cosmos, con los demás y con Dios.
    El modo de relación, perfecto es el Amor.

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